Los traidores, los cambia casacas y los excecrables han existido siempre en todas partes. Han trascendido personas y acciones de traidores que incidieron, inciden, en el curso de la historia de las naciones.
Desde la guerra en el Escambray hasta la actualidad en Cuba se han dado traiciones de ‘cubanos a cubanos’. Las hubo antes. Pero siempre han existido seres lúcidos que lo han advertido.
De hombres ilustres en el pasado nunca podría dejar de mencionar a José Martí.
“El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu. Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores.”
Por estos días he escuchado a cubanos alertar sobre las traiciones que hoy se están dando a la vista de todos y que podrían no ser bien interpretadas por una parte de seres nacidos en la isla y/o que viven en otros países con el alma anclada en la tierra donde nacieron.
Para comprender mejor lo que ahora escribo sobre el tema de traidores y de pactos con el régimen cubano no debes dejar de leer el post publicado en este sitio recientemente: Fariñas: El Molino y la saga de las traiciones en Cuba
Las funciones públicas y operativas de los adiestrados en “El Molino” eran en lo fundamental tres. La primera; fue determinar la disposición combativa y de ánimo de los guerrilleros anti-fidelistas. La segunda; consistió en conocer quiénes, dentro del campesinado, funcionaban como contactos, mensajeros y proveedores de alimentos, medicamentos y pertrechos a los alzados en armas y La Tercera; en manipulación celos, rumores, malos entendidos, calumnias y ejecución de excesos, para que dentro de las fuerzas beligerantes anti-totalitarias no se consolidara una unidad de acción. Un modo de mantener la atomización y la desconfianza entre aquellos luchadores por la democracia. Esa y no otra fue la esencia de la victoria de los castristas.
Las mentiras más recientes de Díaz-Canel en su intento por controlar a ‘las Masas’.
“estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas en la almohada, las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas, valen más que trincheras de piedras. De lo contrario, tendremos a los piratas de América en el poder.”