Conferencia: Derechos Humanos en Cuba impartida por Pedro Corzo, Investigador histórico del régimen totalitario cubano ante la OEA (dicembre 7 de 2018).
El régimen totalitario de Cuba se acerca a cumplir sesenta años de estar manejando a su voluntad los destinos de sus ciudadanos y de ejercer influencias negativas en numerosos países, en particular Latinoamérica.
En todo este tiempo solo ha sido eficaz en lo que respecta a la represión, el control de la información y la conservación del poder, una experiencia desesperanzadora aun hasta para aquellos que asesinaron en su nombre.
Una cantidad notable de cubanos, dentro y fuera de la isla, están amargados y frustrados. Han perdido la esperanza de un futuro mejor para su país, un síndrome que se aprecia particularmente en aquellos que creyeron ciegamente en el esplendoroso futuro prometido y hasta se sacrificaron por la materialización de esas propuestas.
Más de 30 años de investigación personal y 20 en el marco del Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo, nos han hecho concluir que la dictadura insular solo ha cosechado fracasos y desencantos para sus ciudadanos.
Esa convicción la determina el hecho de haber entrevistado a más de mil personas de diferentes generaciones y experiencias, hombres y mujeres que combatieron el castrismo, pero también, quienes en algún momento de su vida lo defendieron.
Contamos con miles de horas de grabación sin editar, que ponemos a disposición de los interesados, una memorial oral que se remonta a 1959 en la que se recogen experiencias desiguales y particularmente cruentas.
La violación de los derechos de los ciudadanos en la isla ha sido sistemática e institucional a la vez que de intensidad variable.
La represión ha oscilado entre personas que han cumplido 30 años de cárcel, como Mario Chanes de Armas o Armando Sosa Fortuny, que acumula 42 años tras la rejas en dos etapa, a mujeres como Ana Lázara Rodríguez y Cary Roque, 18 y 16 años respectivamente, hasta encarcelamientos de 24 horas, pero que en conjunto han conducido a que más de medio millón de personas hayan estado detenidas por motivos políticos en estos sesenta años de dictadura, cifra que digo con asombro y pesar porque también testimonia que muchos de los hombres y mujeres que combatieron el régimen desde sus inicios y que hoy superan los 75 años de edad, siguen fieles a su compromiso de bregar por una Cuba con Todos y para el bien de todos.
Los presos políticos cubanos han convertido las prisiones en foco de resistencia, como fue la constitución en prisión por Jorge Luis García Pérez, «Antúnez», del Movimiento de Resistencia Cívica Pedro Luis Boitel.
Sin embargo, la crueldad extrema de los carceleros siempre ha estado presente como fueron los casos del confinamiento solitario que padeció, entre otros, el desaparecido comandante Huber Matos, las brutales golpizas como las que sufrió Kemel Jamis, aquí presente, y los muertos en huelga de hambre, al menos 13, como fueron los casos de Pedro Luis Boitel y Orlando Zapata Tamayo.
La Cuba del presente debería ser un ejemplo de lo que puede ocurrir en un país cuando el ciudadano pierde sus derechos por un tiempo prolongado.
En esa isla del Caribe se han producido redadas masivas en la que fueron apresadas personas por su orientación sexual, por gustar de la música extranjera o simplemente por su forma de vestir y por dejarse el cabello largo.
En el propio año 1959 el siniestro Ernesto Guevara, con la participación de Raúl Castro y Ramiro Valdés, organizaron campos de concentración para las personas que eran consideradas desafectas al Proceso.
El Servicio Militar Obligatorio fue otro instrumento para controlar la juventud, y la UMAP, Unidades Militares de Ayuda a la Producción, una mascarada para llevar a miles de jóvenes que no estaban identificados con el proyecto revolucionario, a crueles campos de concentración.
Pero la relación es todavía más extensa. Muchos de los familiares de los presos políticos que residían en zonas rurales fueron desplazados a la fuerza. Sus propiedades confiscadas con prohibición de regresar a sus casas, mientras eran recluidas en lugares que las autoridades escogieron a su conveniencia.
No hay país de Nuestra América en el que un régimen, con los recursos del estado, haya desplazado a la fuerza a millares de personas como recoge la historia de los Pueblos Cautivos de Cuba.
El derecho a la vida de cada ciudadano está sujeto a la discreción del régimen. Desde 1959 a la fecha en Cuba no existe el debido proceso. Los jueces tienen que estar integrados a la Revolución y la defensa en vez de argumentar la inocencia del acusado se remite a pedir al tribunal clemencia para su defendido.
Las penas de muerte no las dicta un tribunal en base a la ley y las pruebas presentadas. Las sanciones las dictan los funcionarios ante que se realice el espurreo proceso, numerosos testimonios lo afirman. Presencié en una dependencia de la Seguridad del Estado de Santa Clara como le comunicaban a un prisionero político que iba a ser ejecutado.
No había ni parodia de juicio. Un custodio le hacia una fatídica pregunta al condenado ¿En caso de que te suceda algo a quien le entregamos tus pertenencia?, a partir de ese momento le restaban a esa personas menos de 24 horas de vida, así recuerdo la partida de Mariano Soriano.
Es justo decir que la violación de los derechos humanos no solo afecta a la víctima, también a los victimarios, al conjunto de la sociedad. El abusado y el abusador son atormentados de diferentes maneras, y en numerosas ocasiones el antiguo esbirro pasa a ser martirizado.
Las dictaduras deben ser condenadas categóricamente por las democracias. Las sociedades libres no deben coexistir con las esclavistas, sus prácticas son represivas y discriminatorias, de toda la comunidad, incluidos sus propios partidarios.
La interdependencia de las naciones es cada día más apreciable y para que esta resulte en beneficio de los ciudadanos, es imprescindible, a nivel hemisférico, constituir un Tribunal Internacional que juzgue a los gobiernos depredadores. José Martí, el cubano más ilustre, lo dijo y escribió, hace más de una centuria, “Ver con calma un crimen es cometerlo.»
Muchas gracias.
La verdad es que esta dolorosa cuestión, bajo la etiqueta del «comunismo», tendría que ser una preocupación general de todas las naciones del planeta que defienden la democrácia en sus distintos niveles, y no apenas de aquellas que lidian diuturnamente con dicha cuestión en sus territorios. Un boicot mundial, en amplio sentido, acabaria aislandolas y sometiéndolas a una presión permanente que no les diese vida. Infelizmente, no es así que funciona la dinámica de vida humana. Como ya lo defendí en mi tesis de 1976, el ser humano es «un producto mal acabado, defectuoso»; un proyecto fallado, en suma. No tiene solución y precisa urgentemente desaparecer para el bienestar de todas las especies restantes.
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Reblogueó esto en No frontiers, only democracy…y comentado:
Un texto clarísimo e instructivo que remite a una profunda reflexión: ?Hasta cuándo durará nuestro castigo y vilipendio por las manos y mentes insanas de esos comunistas destructores de la especie humana? ?Hasta cuándo los lideres mundiales de las más grandes potencias continuarán a permitir, criminosamente, que esos degenerados comunistas sigan con sus planes criminales de destrucción masiva de la sociedad mundial?
?Hasta cuándo esas que se autodenominan «organizaciones en defensa de los derechos humanos» irán continuar «durmiendo en cuna explendida», en cuanto los infelices y comunes mortales siguen siendo masacrados con noticias como ésta???
Diganme ustedes!
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Reblogueó esto en The Bosch's Blog.
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