Publicado originalmente en el sitio digital de FANTU el 11 de febrero del 2010 (FCP).
Son muchos y variados los analistas contratados por disímiles Grupos Multi Disciplinarios, que han dedicado a evaluar mis iniciales motivaciones anticastristas. Ninguno de estos se ha centrado en investigar la influencia en mí actual actividad «subversiva», por mí estancia en Tambov, Rusia, desde 1981 hasta 1983 del pasado Siglo XX.
A esta ciudad de la actual Rusia Central, arribé en mi condición de cadete, para estudiar una Ingeniería Militar, en una de las seis academias castrenses con que constaba en ese momento el Oblags (región) de Tambov. Si he de ser sincero con los lectores, hasta ese instante me sentía un auténtico partidario de Fidel Castro y su régimen.
Ya en la embajada cubana de Moscú, se nos reunió con el general de brigada José Acevedo, Agregado Militar, Naval y Aéreo, quien venía acompañado por un teniente coronel del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR), nombrado Telmo Suárez. Este último oficial era el jefe de Contra Inteligencia Militar (CIM) en la legación diplomática.
Ambos nos advirtieron a los que viajaríamos a Tambov, que era un territorio soviético caracterizado por ser altamente hostil hacia los cubanos y otros militares que estudiaban allí. Nos contaron sobre altos índices de violencia, alcoholismo, drogadicción y prostitución, que en ese sitio persistían, pese a la labor política del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
Como noveles aspirantes a comunistas algunos preguntaron con ingenuidad: ¿Cómo era posible, que tras 64 años de construcción del socialismo, dentro de la URSS pudieran ocurrir aún esas cosas? La quincena de adolescentes sentados, partíamos de la premisa según la teoría «científica» marxista-leninista, que nos aseguraba: «La construcción del socialismo… es irreversible».
Durante la reunión no se pudo sacar nada en claro, respecto a lo que realmente acontecía en aquella localidad soviética y por tanto, salimos con serias dudas de aquel encuentro. La respuesta no las dio un par de días después, un teniente coronel que realizaba su Candidatura a Doctor en Ciencias Políticas en la moscovita Academia Militar «Vladimir Ilich Lenin».
Este se nombraba Rolando Alfonso Borges y ya ostentaba un alto cargo en la Dirección Política del MINFAR, por lo que algunos oficiales aseguraban, que era hombre de confianza del general de división Sixto Batista Santana, titular de la misma. Cuando se enteró que estudiaríamos en Tambov, exclamó: ¡Van para la cuna de la contrarrevolución rusa y antisoviética!
Al llegar a la ciudad de marras, en primera instancia no nos dio tiempo para percatarnos del alto nivel de rechazo a los cubanos. La razón de esto fue, que tuvimos que hacer una preparatoria intensiva en la lengua de Leon Tolstoi, para poder manejar ese idioma eslavo, en cerca de 60 días y no nos quedaba tiempo casi, para socializar con los habitantes aquel lugar.
Sin embargo, a partir de poder verbalizar correctamente en esa lengua eslava, surgieron toda una serie de amistades, noviazgos y hasta matrimonios de cubanos con los pobladores de Tambov. Estas relaciones no estuvieron exentas de rudos enfrentamientos físicos con los tamboenses, con lesiones por ambos clanes.
Era un asunto real y plausible, que existía dentro de la población autóctona de aquel lugar un claro rechazo al ideal comunista. Respecto a este punto, se comportaban abiertamente cuales acérrimos contrarrevolucionarios y repetían frases despectivas dirigidas al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Algo que no ocurría en otras partes de la URSS que visitábamos.
Los meses de convivencia pasaron con rapidez y ya estábamos en nuestro primer año en Tambov, los cadetes cubanos de dos cursos superiores a nosotros, sólo venían a recibir las clases, puesto que vivían con sus novias rusas en sus respectivos domicilios. El coronel del Ejército Soviético Pavel Abramov nos había prometido, que a partir del segundo años podríamos hacer lo mismo.
Este oficial ruso había estado destacado en las tropas de ocupación soviéticas en Alemania del Este, Checoslovaquia y Hungría. Ya al final de su carrera castrense se desempañaba como jefe de la Facultad de Extranjeros de la Academia Militar, con un fuerte vínculo con el GRU (Gazudartuba Rasbiechika Uprasnienie) o Dirección Estatal de Espionaje.
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Guillermo regresó de Angola exhausto. “La guerra me afectó. Sufrí el síndrome de culpa del sobreviviente, como se llama en psicología, pero en ese momento todavía no lo sabía”, comparte. La historia de vida del disidente Guillermo Hernández puede parecer paradójica, ya que creció en un barrio violento y peligroso, fue entrenado como asesino profesional, además de participar en las contiendas africanas y finalmente, “abrir los ojos” en una escuela militar de élite en la Unión Soviética, donde se convirtió en anticomunista convencido. La academia militar se encontraba en la ciudad Tambov, a 480 kilómetros de Moscú. Este territorio está conocido por el movimiento guerrillero antibolchevique y aunque el movimiento fue derrotado en 1922, en la zona permanecieron grupos rebeldes llamados “los lobos de Tambov”[3]. “La ciudad era dividida en dos partes. En una veías vivir a los campesinos en unas casas de madera con pozos, en el otro lado los militares vivían en las casas con todas las modernidades”, recuerda Guillermo. En la academia participaron militares de todos los países del bloque socialista y de Cuba. No obstante, todos mantenían contacto con la población local, incluso varios compañeros de Guillermo se casaron allá. “Tratamos no mezclarnos con las familias que no eran de militares, en el principio no entendía por qué. Esas personas crecieron con una ideología anticomunista y, gracias a estas personas, varios de ellos nacieron directo en campamentos en Siberia, me convertí en anticomunista, apareció la luz”, aclara. En la escuela Guillermo estaba aprendiendo cómo hacer guerra en nombre del comunismo, entre los rusos locales aprendí que significa el comunismo realmente: “Leí ‘Rebelión en la Granja’ y ‘1984’ de George Orwell en ruso, me aproximé a la literatura samizdat. Me enteré de todo lo que había ocurrido en 1949 Polonia, lo de la masacre de los oficiales en Polonia, lo de la traición y la división de Polonia entre Stalin e Hitler en el 1939, todo eso, diríamos los procesos de Moscú, todos los procesos Moscú, el asesinato de Trotski, todo eso lo leía en ruso. Porque la literatura samizdat me daba la posibilidad, todo eso estaba realmente cerrado en Cuba… en esa comunidad se trasmitía. Nosotros lo íbamos asimilando, en caso mío yo lo fui asimilando, yo ahí me convertí realmente en un anticomunista”, describe con agradecimiento a “los lobos de Tambov”.