Avisos señales recordatorios de que alguien que murió en cualquier momento aparecerá.
Aviones volando constantemente a Guantánamo.
Palabras que faltan o sobran en intervenciones de figuras importantes.
Fotos comparando a la misma persona para que noten que tienen «un doble, un clon».
La historia de que estamos viendo una película interminable.
Mensajes de la letra Q (17) del abecedario en la que te reiteran que no es mentira lo que han venido indicuando acerca de acontecimientos que se darían.
Hay una gran cantidad de personas en el mundo y en este país, que ahora mismo viven pendientes de esos mensajes, fotos compartidas y palabras que van dando fuerza, aliento y piden que confíes en «el plan».
Incluso muchos preguntando en qué plan, sin darse cuenta que ese plan no es el de ningún comando sino el del creador y el de la batalla entre la luz y la oscuridad que inevitablemente se está librando.
Yo ante esas realidades pienso en una novela que por muchos años estuvo incluida en los planes de estudio de Cuba, la magistral obra de Alejo Carpentier titulada El reino de este mundo y a veces me tomo la libertad de ponerla en perspectiva.
Recuerdo a Mackandal y la esperanza de todos los esclavos en el mandinga, en su regreso y en la guerra que finalmente se dio inspirados en el líder «enérgico y nervudo con testículos de piedra».
El alimentó la fe y la esperanza en la masa esclava que interpretó cada signo de la naturaleza, la tierra, el cielo y cuando llegó la hora se lanzaron a la lucha.
Hoy mientras repasaba Telegram, recorría los medios alternativos y miraba lo que aun en las redes amaestradas indica algo volví a recordar ese libro que les recomiendo leer.
En el siguiente enlace puede leer un poco más sobre la novela.
http://historia.cubaeduca.cu/el-reino-de-este-mundo.
Aquí les dejo algunos segmentos.
La magnificación de Mackandal se explica por su condición de «gran lengua» de las comunidades africanas de Haití. Cuando al final es llevado al fuego y del fuego sale liberado, Mackandal se torna en símbolo: «transformado en mosquito zumbón, iría a posarse en el mismo tricomio del jefe de las tropas, para gozar del desconcierto de los blancos. Eso era lo que ignoraban los amos (p. 40). (…) Aquella tarde los esclavos regresaron a sus haciendas riendo por todo el camino. Mackandal había cumplido su promesa, permaneciendo en el reino de este mundo. Una vez más eran burlados los blancos por los Altos Poderes de la Otra Orilla» (p. 41). En los ritos de iniciación, esto es, el saber secreto, la magia era la única arma contra los franceses: «los esclavos tenían, pues, una religión secreta que los alentaba y solidarizaba en sus rebeldías»
«(…) dotado del poder de transformarse en animal de pezuña, en ave, pez o insecto, Mackandal visitaba continuamente las haciendas de la llanura para visitar a sus fieles y saber si todavía confiaban en su regreso».
Un comentario en “Los signos del guerrero, el «plan» y el reino de este mundo”