En este #TiempoDeContar les presento a Francisco Javier Denis un patriota cubano que se incorporó al Movimiento Revolucionario 30 de Noviembre Frank País para evitar que la larga noche se apoderara de Cuba.
Francisco Javier Denis (Mario) no disimula el orgullo de haber nacido en el barrio habanero de Santos Suárez, La Habana, tampoco el de cumplir dieciséis años en cárceles de la isla por buscar la democracia y la libertad en el país que lo vio nacer.
Un guerrero que cuando dejó la isla tiró un ancla profunda en ella algo y lo demuestra en los libros que ha publicado en el exilio donde cada página transporta al lector a los años de niñez juventud y lucha en Cuba.
Estuve más cerca de sus escritos durante la presentación de uno de sus libros que él definió y citó “como un libro de cuentos, anécdotas, vivencias y otros disparates” … “de aquellos tiempos sencillamente horribles que vivimos los presos políticos cubanos y que por esas cosas de la vida, es poco conocido”
El hombre dulce, comprensivo y dado a ayudar que conocí en las oficinas de Plantados hasta la Democracia y la Libertad de Cuba un tiempo después que llegué al exilio tenía dificultades para ponerse de pie y caminar pero como todo un caballero se auxilió del bastón, se irguió y me extendió la mano dándome la bienvenida.
Llevaba en su cuerpo profundas marcas porque cayó herido en un combate contra el naciente ejército de la Dictadura comunista y sentí más admiración por el ex preso político del que no tuve muchas referencias en la isla porque esa parte de la historia de Cuba ha sido borrada y sobre ella se ha impuesto «Otra».
Como tantos de su generación Denis se incorporó a finales de 1959 al Movimiento 30 de Noviembre, una organización creada por un grupo de cubanos contrarios al gobierno que se acababa de instalar en el poder y ya en Mayo de 1961 estaba alzado junto a compatriotas en las montañas del Oriente del país donde cayó herido en un combate, fue capturado y condenado a 20 años de prisión de los que cumplió 16 entre las cárceles de Boniato en Santiago de Cuba, Guanajay, La Cabaña, El Príncipe, en La Habana y Kilometro 5 y Medio en Pinar del Río.
Se graduó de Bachiller en Letras e ingresó en la Facultad de Ciencias Sociales y Derecho Público pero no culminó los estudios por la efervescencia política del momento. Lo sorprendió el golpe militar del 10 de marzo.
Fue uno de tantos jóvenes cubanos que luchó contra dos dictaduras. Primero la de Fulgencio Batista, luego la de Fidel Castro.
Contrario a la forma no democrática que tomó Batista para llegar al poder se reunió con varios condiscípulos y se integró al Movimiento 26 de julio.
Formó parte de los grupos de estudiantes que salieron de la Universidad hacia el Palacio Presidencial a apoyar al Presidente Prío Socarrás.
Fue en esa fecha cuando presenció el asesinato de Rubén Batista, primer estudiante muerto durante los años de tiranía de Fulgencio Batista.
Por sus actividades fue perseguido y abandonó Cuba rumbo a Ecuador donde estuvo seis meses. En 1959 cuando Batista huyó de Cuba y el ejército rebelde llegó a La Habana regresó a la isla.
Con la llegada al poder de Fidel Castro creyó que los ideales de lucha de él y sus compatriotas se iban a cumplir con la instauración de un gobierno democrático pero pronto se dio cuenta que no era así. En 1960 ya estaba de nuevo conspirando en el Movimiento 30 de Noviembre. Tenía 28 años
La lucha contra los regímenes despóticos une a los hombres y consolida la amistad entre ellos.
Conoció a Ismael Hernández en una reunión que tuvieron y junto a él y otros integrantes del movimiento realizaron distintas acciones similares a las que habían hecho contra el gobierno de Batista. También en esa etapa conoció a Cary Roque una de las mujeres integrantes del 30 de noviembre en La Habana. Con ambos conserva permanente relación de hermanos.
Pasó a la clandestinidad cuando se dio cuenta que sus acciones podrían perjudicar a la mujer con quien estaba casado así que se separó de la esposa y vivió en casas dispuestas para el clandestinaje. Esto le facilitó trasladarse a distintas regiones del país según las exigencias del movimiento.
Después vino la invasión de Playa Girón y se habló de la posibilidad de abrir un frente guerrillero. En mayo de 1961 le asignaron ir hasta Oriente en una avanzada que tenía como propósito abrir un campamento en las estribaciones de la Sierra Maestra. Para esa encomienda recibió la ayuda de Alfredo Elías, sus primas Naida y Adelma Arenado, su tía Victoria Elías y Ana María Alonso, todas integrantes del Movimiento 30 de Noviembre y que también cumplieran prisión política.

La avanzadilla hacia Oriente estaba compuesta por unos sesenta hombres y no todos tenían armas ni pertrechos militares razón por la que al llegar a las estribaciones de la Sierra Maestra se dividieron en tres grupos no sin antes asaltar un cuartel y hacerse de las armas que había allí.
En esa etapa hubo decenas de campesinos que quisieron sumarse a los alzados pero era imposible aceptarlos a todos porque no habían armas y tampoco les llegaban los refuerzos.
La avanzadilla recibió ayuda de Raimundo Tornes un campesino de la zona les llevaba alimentos y sirvió de práctico. Así estuvieron unos cinco meses. Hubo enfrentamientos con la milicia y sufrieron la pérdida de tres compañeros al tiempo que en una tiroteo con los milicianos que los seguían cayó gravemente herido Francisco Javier .
Una bala le atravesó y quedó sin poder mover ni las piernas ni las manos por eso le pidió a sus compañeros que lo dejaran porque era imposible avanzar e ir cargando un herido. Sus compañeros se negaron pero el insistió con firmeza.
Así estuvo dos días sin poderse mover y soportando las inclemencias del tiempo. Nunca perdió el conocimiento y sufrió porque de día el calor era horrible de noche el frío le hacía temblar. Sin alimentos ni agua y con su cuerpo ensangrentado veía las ratas merodear a su lado y se preparó para lo peor. Fue entonces que un miliciano que formaba parte de un grupo que andaba peinando la zona lo vio y avisó a un capitán nombrado Vinajera que le dio agua y llamó a unos campesinos colaboradores de la milicia para que lo recogieran y llevaran para una finca cercana.
Luego en un camión lo trasladaron al hospital militar ubicado en Minas de Frío junto a Raimundo Torne que también había sido capturado herido. Un médico le prestó auxilio y le pusieron un suero sin embargo un capitán se lo quitó luego de que intentara interrogarlo y el no respondiera a sus preguntas.
Ante la sesión de tortura del capitán hubo protesta de los demás soldados que no aprobaron la acción y el médico decidió de inmediato enviarlo al hospital en Santiago de Cuba.
De los compañeros que dejó detrás en esa fecha recuerda a tres de ellos José Figueredo Boza, Sabino Cedeño y Plácido Almeida. Murieron en las montañas durante los combates. Nunca se supo que pasó con los cuerpos de esos hermanos fallecidos, la familia tampoco tuvo noticias de ellos.
José Figueredo Boza, Sabino Cedeño y Plácido Almeida forman parte de la larga lista de desaparecidos en la isla.
Enjuiciado y sentenciado en el sótano de un hospital.
Estuvo ingresado en una celda del sótano del hospital que habilitaron para los presos políticos. No tuvo acceso a ningún tipo de información ni visitas razón por la que calcula que fue un periodo de tres meses. Allí le celebraron el juicio.
Lo sacaron en camilla de la celda para un cuarto donde hacían las curas y un señor con una toga se le presentó como abogado defensor de oficio. Estaba acusado de traición a la revolución y conspiración armada y lo sentenciaron a veinte años en la causa 131/61. El letrado del que ni el nombre supo como único acto de defensa dijo al final “pido clemencia para mi defendido”.
Después del juicio lo llevaron a la cárcel de Puerto Boniato en el Pabellón 4 pero como estaba en silla de ruedas lo llevaron para una celda en el área de enfermería. En los seis meses que estuvo en Boniato solo recibió una vez la visita de su madre y hermanas.
El lugar lo recuerda como uno de las peores en los años que estuvo preso en la isla. Consideró a un carcelero de apellido Singüenza como una bestia por la forma tan déspota en que trataba a los encarcelados y por las torturas a los que los sometía.
En 1962 seguía en silla de ruedas sin acceso a terapias de rehabilitación cuando fue trasladado para el Castillo del Príncipe en La Habana. Lo situaron en la azotea que habían convertido en un hospital y que era atendido por médicos, enfermeros y auxiliares presos políticos también Allí fue atendido por el Dr. Casuso que con la ayuda de José de la Aceña y Francisco del Campillo hicieron todo lo posible para que se fuera recuperando y abandonara la silla de ruedas por un par de muletas.
Luego por gestiones de la familia un médico especialista fue a verlo al hospital y le dijo que llegaría a caminar con la ayuda de un bastón.
Un tiempo después lo trasladaron junto con otros dos presos, Gerardo Martiatu y Cesar Fuentes a la Cárcel de Guanajay que había sido de menores pero luego destinaron a los ancianos y a los enfermos en proceso de recuperación.
En ese lugar le indicaron trabajar haciendo cajas de fósforos pero tanto él como Gerardo Martiatu y Cesar Fuentes se negaron y fueron golpeados salvajemente. Los ancianos salieron en defensa de las víctimas y de igual manera recibieron golpizas.
De inmediato aplicaron otro castigo que consistió en el traslado para la cárcel Kilometro Cinco y Medio en Pinar del Río donde estuvo bajo las acciones crueles del carcelero Emigdio Rodríguez apodado el Ñato.
Lo ubicaron con los presos comunes y le informaron a todos los presos que le cambiaron el uniforme que los distinguía como presos políticos por el del resto de los presos.
Tanto él como otros cuatro preso políticos se negaron y fueron castigados. Primero los llevaron a celda desnudos después los pasaron para la Sección 1 que admitían más reos.
Estuvieron desnudos durmiendo en el piso con alimentación espantosa sin salir al soleador y al término de los ocho meses se declararon en huelga de hambre. Exigían ropa y mejor trato. A los trece días les dieron calzoncillo pullovers y colchón para dormir en el piso. Pero nunca olvida que tres días antes de darle la ropa les quitaron el agua por setenta y dos horas.
Una semana después de finalizada la protesta a los huelguista los trasladaron para La Cabaña. Los montaron en un camión jaula al que llegó auxiliándose de las muletas. En esa ocasión lo enviaron a la Galera 10.
Todos estaban desnutridos y comenzaron a darle un pedazo de carne una vez a la semana. Casi siempre era harina con una ración de pollo.
De esa etapa recuerda la grandeza humana de Jorge Vals un poeta encarcelado por razones políticas que le cedía la ración de carne alegando que era vegetariano algo que resultó falso y que descubrió muchos años después en el exilio cuando se encontraron en una cena.
De ahí, un tiempo después lo trasladaron para la cárcel de Guanajay de nuevo pero esa vez lo ubicaron en un pabellón en altos, algo incompatible para una persona que debía desplazarse con muletas. Como trasladarse a otros lugares dentro de la cárcel se convirtió en un serio problema dedicó muchas horas a la lectura de libros que les dejaban entrar.
Una de las medidas que usan los regímenes comunistas es cambiar a menudo de cárcel a los presos para evitar que hagan pequeños grupos de resistencia dentro del penal por eso no lo mantuvieron mucho tiempo en Guanajay y lo devolvieron de nuevo a La Cabaña donde se sumó a otra huelga de hambre que sostuvo por 36 días.
Al final del ayuno estaba muy delicado de salud y lo llevaron para hospital del Castillo del Príncipe durante 15 días para luego regresarlo a La Cabaña en una galera en régimen de aislamiento. Sin visitas ni relación con los demás presos estuvo seis meses.
Un tiempo después desactivaron La Cabaña y de nuevo lo trasladaron a Guanajay en el lugar donde antes habían estado las mujeres que acababan de ser distribuidas por campamentos en otras zonas del país. Ahí estuvo hasta finales de 1977 en que lo liberaron junto con un grupo de presos por una gestión del reverendo Jessie Jackson. Volvió a su casa en La Habana.
En prisión conoció a Yara Fernández y también allí contrajo matrimonio con ella. La conoció cuando ambos fueron de testigo al casamiento de un amigo preso. Comenzaron a enviarse cartas hasta que en una boda en prisión de otro compañero se hicieron novios. Decidieron casarse en la cárcel de Guanajay. Su primer hijo nació aún estando en preso.
Diez años bajo vigilancia en su barrio natal y con el sello de gusano
Los presos políticos en Cuba nunca dejan de ser vigilados y controlados, tampoco las personas que se expresen abiertamente contra el régimen. Apenas salió de la cárcel fue citado para la Seguridad del Estado y lo amenazaron con aplicarle la “ley contra la vagancia”.
Era imperativo empezar a trabajar y en su caso le ofrecieron como opción el trabajo en la construcción, algo imposible por su condición física. Debía trasladarse a todas partes auxiliado de un bastón y lógicamente eso requería de un esfuerzo tremendo.
Fue cuando Raúl Hernández, que había sido compañero de prisión y que trabajaba por allí lo vio salir en esas condiciones de la obra en construcción y habló con el tío para que lo llevaran a trabajar en una oficina en el departamento de planificación. Siempre se supo observado por personas que trabajaban en el lugar pero nunca lo molestaron.
La vigilancia directa ocurría en el barrio por parte de los chivatos y los del CDR. La familia estaba marcada y desde luego ese control iba también contra los hijos, la esposa y todas las personas que frecuentaban la casa.

Diez años después en 1987 decidió irse del país. Salió con la esposa y tres hijos de Cuba hacia Miami en los Estados Unidos. La familia hizo una gestión en una institución religiosa de EEUU que tramitó la visa con el gobierno americano.
En Estados Unidos se incorporó a las labores de un grupo de presos exiliados que como el enfrentaron la tiranía y fueron a prisión. La misión de ellos ha sido la de apoyar a los presos políticos en la isla y a sus familiares.
Forma parte de los directores del Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo que preside Pedro Corzo, así como del Movimiento 30 de Noviembre y el PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio que dirige José A. Albertini.
Ha escrito y publicado varios libros, entre ellos, Mi Ángel Guardián, Mi Santos Suárez querido, un libro de poesías (varias de ellas escritas en prisión) titulado El vuelo de la imaginación, así como las novela Cartas de amor en tiempo de lluvia, Cuando el amor se va, Crónicas de la Nostalgia y Recuerdos de un Soñador

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