Perfiles de cubanos admirables
“De Fidel fue la traición de nosotros la Revolución”.
Ismael Hernández Sarduy vivió en Sagua la Grande hasta que llegaron los rebeldes al poder y su familia se mudó para el Vedado, La Habana, con la idea de aliviar el acoso político que sentían contra ellos. Pensaron que era mejor trasladarse a una ciudad más poblada porque resultaba un poco más fácil evadir los controles y la observación policial que comenzaba a establecerse en cada territorio.
En Sagua La Grande dejó a sus amigos y compatriotas con los que sostuvo vínculos muy directos basados en el respeto a las ideas y la forma de expresarse de cada uno sobre la época y a la política. Algunos de esos amigos habían pertenecido al Ejército Rebelde pero de inmediato se dieron cuenta que Fidel Castro los había traicionado desde el momento en que comenzó a hacer declaraciones públicas a favor del ideario comunista.
No estuvo ajeno a la forma en que muchos de ellos comenzaron a organizarse para tomar acción. La forma de luchar de aquel momento exigía de las acciones clandestinas que consistían en realizar acciones de baja intensidad en las ciudades y organizar también en secreto la confrontación armada en regiones cuya geografía lo permitiera, con énfasis en las áreas montañosas.
Pero mudarse para La Habana no desvinculó a la familia Hernández Sarduy del deber patriótico. En el Vedado se conspiró desde el primer momento contra los que llegaron al poder. Allí se hicieron reuniones de la Dirección Nacional de Acción y Sabotaje del Movimiento 30 de noviembre y se planificaron acciones contra la recién bautizada «revolución».
La afluencia constante de personas a la casa llamó la atención del entonces G-2 cubano. En aquellos años no era casual que los vecinos se prestaran para chivatear. Alguien encargado de vigilar el lugar los delató y nunca supieron quién fue. Ismael tuvo que pasar a la clandestinidad porque avisaron de que era inminente el registro a la casa y su detención.
Por varios meses contó con la ayuda de los amigos de confianza para esconderse. Cuenta que fue difícil mantenerse en clandestino por mucho tiempo. Tenía que cambiar de lugar constantemente. La gente que le daba abrigo enseguida buscaba pretextos para que se fuera. Querían ayudarle pero tenían miedo a buscarse problemas. En su caso los temores aumentaban puesto que andaba con armas largas y preparando acciones del Movimiento 30 de noviembre Frank País al que se integró muy pronto.
Se vivían tiempos muy difíciles porque desde que Castro llegó al poder e intuyó que había oposición a las decisiones de él y su camarilla el control y la represión contra los antagonistas creció vertiginosamente. Decenas de nombres que se oponían a Castro y su élite, estudiantes universitarios, obreros y campesinos, conformaron las listas de fusilados sin el debido proceso al tiempo que otra gran cantidad de hombres y mujeres fueron a las cárceles.
El 13 de octubre de 1961 lo arrestaron en Miramar, La Habana, durante un gran operativo militar. Tenía 21 años y ocupaba la jefatura nacional de Acción y Sabotaje del M-30-Noviembre luego de que fusilaran a su amigo Carlos Manuel Delgado en La Cabaña que hasta ese momento había ocupado esa responsabilidad.
Los amigos y las causas que abrazaron

Ismael era estudiante de bachillerato en Sagua La Grande cuando se trasladó para La Habana pero nunca perdió vínculos con el terruño. Al norte de la antigua provincia de Las Villas dejó amigos entrañables y conoció a Carlos Manuel Delgado un joven de Fomento que alcanzó grados de primer teniente en las refriegas que libraron los rebeldes y al que le asignaron la jefatura de esa ciudad en 1959.
En las conversaciones con Delgado este le habló de que las acciones para sacar del poder a Fulgencio Batista e instaurar la democracia habían sido en vano. Le comentó que en Fidel Castro no se podían fiar.
Comprendió la traición que se gestaba y se dispuso a conspirar contra la naciente «revolución». Fue por medio de Carlos Manuel que Ismael decidió sumarse al Movimiento 30 de Noviembre recién creado y asumió el seudónimo de Darío.
Realizaron decenas de acciones en diferentes regiones del país ademas de organizar grupos para los alzamientos. En esa etapa de acciones en la lucha clandestina perdió varios amigos que siempre recuerda con mucho cariño y admiración, entre ellos Carlos M. Delgado quien fue herido en un tiroteo en la zona de Miramar en La Habana y luego detenido y trasladado al hospital a consecuencia de los disparos.

Sus compañeros de la lucha clandestina de inmediato se dieron cuenta que era un imperativo sacarlo del hospital cuanto antes. Fueron los compatriotas del 30 de noviembre quienes comenzaron a trazar un plan para rescatarlo.
En esa operación de rescate participaron cuatro personas entre ellos Ismael, Jorge Rodríguez Sierra, un joven nombrado Adriano y Francisco Javier Denis pero al parecer alguien los delató y no pudieron entrar a la sala del hospital para sacar al joven herido de allí. Más tarde supieron que la jefatura ordenó sacar a Carlos Manuel Delgado y a pesar de las heridas fusilarlo. Usaron como argumento que era el jefe nacional de Acción y Sabotaje y por lógica tenía conocimiento o había tomado parte en un plan para atentar contra Fidel Castro.
Sesenta años después de la fecha Ismael destaca el valor de su amigo Carlos Manuel que no sobrevivió la jornada para contar los testimonios y recuerda que tras la muerte del joven pasó a ocupar su lugar en Acción y Sabotaje.
Por qué su amigo que estuvo junto a los rebeldes se opuso?

Los primeros meses de la llegada al poder de Castro fueron de mucha confusión entre las personas que se había unido al Movimiento 26 de Julio y al Ejército Rebelde para derrocar a Batista. Percibieron que poco a poco los que se instalaron en el poder se alejaban del ideal que al principio los unió. En la logia de Sagua sacaron un documento contra el comunismo que Carlos Manuel firmó a pesar de su jefatura en el puesto militar.
Esa firma le trajo serios problemas puesto que Félix Torres uno de los integrantes del Ejército Rebelde más criminales de la época insistió e hizo presiones para que lo sacaron del puesto militar de esa localidad. Lo trasladaron para el municipio de Santo Domingo pero hubo un incidente entre conspiradores en el que estuvo involucrado Carlitos y lo notificaron al alto mando.
De nuevo Félix Torres la emprendió contra él. Lo acusaron de haber permitido el alzamiento de un opositor. Un sargento amigo de Ismael le pidió que avisara a Carlitos que querían hacerle una jugarreta y por eso decidió firmar el licenciamiento del ejército.
Se trasladó a La Habana e invitó a Ismael para incorporarse al Movimiento 30 de noviembre. No fue difícil ganar adeptos. Crecía el desacuerdo con los discursos del Comandante donde hablaba todo el tiempo de socialismo y comunismo. Para muchos cubanos que habían luchado en las filas rebeldes porque buscaban instaurar la democracia en la isla fueron señales evidentes de que todo apuntaba a un ideal diferente al que soñaron para el país.
La frase de su amigo Carlitos «nuestra es la Revolución, de Fidel es la traición y nos opusimos porque Fidel estaba llevando el país a una dictadura personal inspirada en las ideas comunistas» fue aprobada y respaldada tanto por Ismael como por lo integrantes del Movimiento 30 de Noviembre Frank País.
Obreros, estudiantes y campesinos rechazaron las imposiciones, los fusilamientos, los juicios sumarios, los encarcelamientos de personas sin el debido proceso. Comenzaron a hacerle frente al comunismo desde diversas posiciones. Unos con acciones clandestinas en las ciudades y otros en las zonas rurales donde había condiciones propicias para alzarse.
Los afiliados al Movimiento 30 de noviembre se enfocaron en hacer acciones de sabotajes a los lugares de los que se había apropiado el gobierno para que el pueblo entendiera que la instauración del comunismo era un peligro indiscutible para todos. En determinados lugares se detonaron petardos con explosivos de baja intensidad y se distribuyeron volantes con la frase que sugirió Carlos Manuel: “De Fidel es la traición de nosotros la Revolución”.
Al mismo tiempo de esas acciones otros grupos opositores planearon sabotajes en propiedades que el gobierno le quitó a los dueños. Coordinaron los levantamientos en algunas regiones del país entre los que participaron, entre otros, Cary Roque, Francisco Javier Denis, Alfredo Elías, Rafael (Tony) Artiles, Ricardo Vázquez, Israel Abreu. Y no faltaron planes para liquidar al traidor en el poder.
Pero hubo traidores y chivatos en todas partes y en el fragor de las acciones arrestaron a Ismael. Según consta en los documentos oficiales que conserva en su poder los cargos contra él cargos fueron «planear un atentado a la máxima figura en el poder», es decir a Fidel Castro. La petición fiscal fue pena de muerte, sin embargo lo tuvieron varios meses confinado a la espera del juicio.
Durante los tres primeros meses del arresto estuvo en una casa en La Habana que dejaron las familias al irse del país y que convirtieron en un centro de torturas y represión contra los detenidos. Luego de ese centro de interrogatorios del G-2 en 5ta y 14 en Miramar lo trasladaron para La Cabaña a esperar el juicio donde le harían efectiva la petición fiscal. En dos ocasiones lo sacaron para llevarlo al juicio pero de inmediato lo regresaron sin darle explicación.
Nunca supo por qué suspendieron los juicios. Por aquellos años era difícil que un hombre pensara en sobrevivir cuando sentía por las noches las descargas de fusiles y los gritos de Viva Cristo Rey de los asesinados a escasos metros del área donde mantenían confinados a otros que esperaban el turno para ir a enfrentar la muerte o los «tribunales comunistas».
Fue en la tercera vez que lo llevaron al tribunal cuando lo procesaron y para su sorpresa en lugar de pena de muerte lo sancionaron a 30 años de cárcel. Tampoco supo las razones de la dictadura para cambiar la sentencia.
Estuvo preso en el irónicamente nombrado «Presidio Modelo de Isla de Pinos» donde conoció cientos de cubanos que como él había luchado contra la implantación del régimen comunista en la isla.
Pasó a formar parte del Bloque 19 en el que ubicaron a los jóvenes presos que habían traído desde todo el país hasta allí e integraban el 30 de noviembre en otras provincias, entre ellos Alfredo Elías, Rafael -Tony- Artiles, los inseparables amigos Ricardo Vázquez e Israel Abreu.
De igual manera conoció a otros presos que habían integrado diferentes movimientos y a campesinos del Escambray.
También estuvo en la cárcel de Melena del Sur. Tras las rejas conoció a Juana Luisa Agudo (hija de un preso político) y nació entre ellos el amor. Se casaron aún cuando estaba preso.
Cumplió 18 años de cárcel. Salió indultado el 4 de mayo de 1979 y aunque irse de Cuba no estuvo en sus planes tuvo que salir al exilio con su esposa.
Un oficial que estaba a cargo de su caso y que conocía detalles de su expediente le increpó cuando se negó a irse del país. Ese militar fue categórico cuando señaló que él había sido juzgado por «atentado» y eso le cerraba cualquier posibilidad de salir a las calles de Cuba como el resto de los ciudadanos.
Enfatizó que si se quedaba en Cuba y por alguna razón detectaban algo relacionado con un atentado contra el dictador de inmediato buscarían los expedientes de implicados en acciones anteriores. Los jefes iban a cuestionar acerca de la persona que permitió que se quedara por eso el oficial fue muy claro al decirle que no estaba dispuesto a ser sancionado. No había mas camino que el destierro o volver de nuevo a prisión.
El estigma del magnicidio
Aunque no ofrece detalles ni menciona nombres Ismael sostiene que en la etapa en que participó en las acciones contra la naciente dictadura trascendió la idea del grupo de atentar contra el traidor que estaba en el poder. Cree que las informaciones pudieron haber llegado al mando superior y por eso no dudaron en procesarlo. Haber sido jefe nacional de «Acción y Sabotaje» del movimiento lo ponía en el centro de cualquier sospecha del alto mando.
El destierro
Se estableció en Miami donde se abrió para Ismael otra forma de luchar contra la dictadura -ayudar- a los cubanos con anhelos de libertad y que permanecen en la isla.
Para un hombre que dedicó la juventud a luchar contra la dictadura de forma frontal porque esa era la vía que eligieron todos, que cargó armas en las manos para las avalar las acciones armadas en las que participaron sus compatriotas, se imponían nuevos retos y así lo asumió.
El Grupo de Apoyo a la Democracia un proyecto de ayuda a los disidentes, los presos políticos, las denominaciones religiosas y personas de la sociedad civil necesitadas contó con su colaboración por varios años.
Sabe bien que aunque han pasado muchos años no puede detallar sobre la etapa de su vida como luchador anticomunista en las calles de la isla, ni sobre las personas que junto a él dieron pasos concretos para eliminar la dictadura. La razón mayor es la seguridad de personas que aún viven en Cuba y estuvieron involucrados directa o indirectamente en acciones contra la dictadura. No es secreto que aunque pasaron más de cincuenta años de aquellos hechos la tiranía los puede juzgar por “convicción” o les pueden “reabrir las causas” y juzgarlos de acuerdo a las “leyes comunistas”.
La palabra «por convicción»
Los juicios donde juzgaban a las personas “por convicción” fueron el plato fuerte de los llamados “tribunales populares” en Cuba por muchos años. Decenas de acusados por exigieron pruebas de las acusaciones y la respuesta que obtuvieron fue la misma siempre “te juzgamos por convicción”. Se aplicó la “vara de la justicia revolucionaria” según consideraron los fiscales y acusadores. Seis décadas después la dictadura sigue actuando igual
Esos argumentos de la dictadura estarian aplicándose mientras en el país no haya justicia por esa razón los cubanos que cumplieron condenas y más tarde se exiliaron tienen bien claro que bajo ningún concepto pueden poner en peligro la seguridad de los amigos y los familiares que viven en Cuba.

Los luchadores contra Fidel Castro y los que junto a Ismael abrazaron el ideario comunista siempre tuvieron muy claro que la lucha armada y las acciones directas contra objetivos precisos para desmantelar el régimen eran la única vía de recuperar el orden democrático y por eso la emprendieron sin arrepentimiento.
Luego entendieron que han pasado sesenta años de la llegada al poder de la dictadura más larga del continente y que se imponen otras formas de confrontación.
Recomponer la verdad histórica y evitar que el totalitarismo imponga «Otra» es tarea fundamental para Hernández quien desde el Instituto de la Memoria Histórica Cubana Contra el Totalitarismo y la Asamblea de la Resistencia denuncia los crímenes del pasado y las violaciones que aún se cometen en Cuba.
El Instituto de la Memoria Histórica Cubana Contra el Totalitarismo ha publicado las experiencias de Ismael Hernández en la lucha contra la dictadura,
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