Media docena de personas consultadas esta semana en tres provincias de la isla acerca de cómo la sociedad civil cubana se benefició en las últimas décadas de los servicios de la SINA calificaron de positivo las atenciones recibidas por las personas de nacionalidad norteamericana que trabajaban allí y agradecieron que les permitieran a todos, sin distinción de pertenencia o no a otros grupos de opositores, disfrutar de los variados servicios que allí brindaron por años. Pero seis encuestados dijeron que a diferencia de los estadounidenses los que nunca se mostraron cordiales con ellos fueron los empleados de origen cubano que todo el mundo sabe son aprobados por la agencia de empleo PALCO (propiedad del régimen) y a los que se les atribuye ser miembros de los órganos de inteligencia de la isla).
Todos los representantes de la disidencia interna que asistían a la SINA dijeron que la atención de los funcionarios norteamericanos en esas oficinas se enfocaban en recibir los informes de violaciones de derechos humanos que cada mes solían entregar a los encargados a esa sección, escuchar sus opiniones y puntos de vista sobre diferentes aspectos de la vida y la sociedad civil cubana y les facilitaban acceso a información con la entera libertad como fue en accesos a Internet en las salas de acceso habilitadas para la sociedad civil cubana.
El conocido expreso político Ángel Moya aseguró que siempre tuvieron una buena acogida en el Departamento de Derechos Humanos donde presentaban los informes de las violaciones cometidas por el régimen contra la ciudadanía: «Nos escucharon nuestros puntos de vista y se interesaban por saber cómo pensaba la sociedad civil».
A todo el que visitaba los departamentos de Prensa y Literatura y Derechos Humanos les facilitaban cientos de plegables con la Declaración Universal, folletos con variados temas y literatura que no publicaban editoriales del régimen. Esos textos y folletos después compartían con la gente en las calles de Cuba.
Soy testigo de que gracias a esas acciones de la SINA cientos de personas tuvieron por primera vez en sus manos una Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Yo pude leer libros de George Orwell, Mario Vargas Llosa, Guillermo Cabrea Infante, y otros destacadas figuras de la política y la democracia porque los amigos que iban mensualmente a la SINA me los prestaban y luego que los leía se los prestaba a círculos de conocidos quienes a su vez ponían a circular el libro por todo el país.
El disidente Guillermo Fariñas recuerda que allí le proporcionaron la posibilidad de acceder a literatura censurada por el Gobierno cubano, materiales audiovisuales que le ayudaron a ampliar la visión cultural y abierta del mundo. Y para él lo más importante el ejemplo de Estados Unidos a través de la Oficina de Intereses fue fundamental para que otras embajadas (europeas) también abrieran sus puertas a los cubanos.
El acceso a Internet de la ciudadanía, la realización de cursos de idioma Inglés, periodismo y computación, la entrega de materiales audiovisuales a los que visitaban la sección de literatura de la Oficina de Intereses, la realización de concursos artísticos (de fotografía, poesía, narrativa) fueron en sentido general los servicios brindados allí que más reconocieron los encuestados.
Todos agradecen pero se hacen la misma pregunta que ahora mismo me hago yo:
-Y después de este 14 de Agosto -¿Qué?
Horas antes de Kerry llegar a La Habana dijo «que van a seguir apoyando a opositores en Cuba» y que con Bruno Rodríguez, hablará de un plan para alcanzar una «verdadera y plena» normalización de las relaciones entre ambos países, aunque se seguirán financiando «programas por la democracia».
Pero también horas antes escuché a opositores desde la isla decir: que semanas atrás le preguntaron a los funcionarios de la SINA cómo serán las relaciones con ellos (sociedad civil) a partir del 14 de agosto, pero nadie le dio respuesta.
«Yo estoy escéptico. No se sabe qué va a pasar», dijo Ángel Moya. Otros dos encuestados (una mujer que recién finalizó el curso de periodismo y un periodista independiente) dijeron estar tan escépticos como Ángel Moya.
Cada vez que los arrestan en los últimos tres meses lo primero que les dicen a los represores es que «se les acabaron los cursitos de periodismo y las entraditas a Internet a publicar «, detallaronlos dos comunicadores.
Desde hace varias semanas todas las actividades en el edificio que antes llamaban SINA y que ahora ocupa la Embajada de los Estados Unidos en Cuba fueron paralizadas y las citas pospuestas. La decisión debe al tema de la ceremonia de izar la bandera hoy.
De lo que viene después nada se sabe. Pero a mí esa reunión con unos diez disidentes varias horas después que los demás y a «puerta cerrada» en la residencia del ¿embajador? me deja un sabor amargo, muy amargo.
Reblogueó esto en Adribosch's Blog.
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