Armando de Armas, las preguntas impertinentes y creerse el cuento

¿Es que de verdad nos creímos el cuento de que la primera potencia del mundo ha tenido por 62 años a su más grande enemigo aposentado en el traspatio?

«En ensayos sueltos y libros como Mitos del antiexilio, 2007, y El regreso de los imperios, 2022, me he hecho: PREGUNTAS IMPERTINENTES SOBRE LA RELACIÓN CUBA-EEUU.

¿No representó la caída del Gobierno del General Machado en 1933 el comienzo de los problemas sin solución para Cuba?

¿No fue el mediador estadounidense Benjamin Sumner Welles un mediador en contra de Machado?

¿No apostó el Benjamín, ¡vaya nombrecito!, por favorecer a las organizaciones izquierdistas, muchas de ellas sin ninguna participación en la lucha antimachadista y creadas exprofeso, durante las negociaciones?

¿No comienza con la caída de Machado la comunización de Cuba en serio?

¿No sería la abolición de la controvertida Enmienda Platt, a consecuencia de la revolución antimachadista del 33, el punto a partir del cual Washington comienza de verdad, ¡pero tras bambalinas como le gusta!, a controlar los destinos de la isla?

¿No fue la revolución del 33, tan cantada desde siempre por algunos en el exilio, el comienzo de la misma revolución que culmina en 1959 con el triunfo del castrismo?

¿No fue Batista un hijo de la revolución del 33 y un preferido de los mandantes norteamericanos?

¿No le costó el poder a Batista la maldad de darle un giro nacionalista a su administración al punto de convertir la isla en una de las naciones más prósperas del mundo de la época?

¿No le impusieron desde Deep State estadounidense un embargo de armas a Batista de modo que Castro pudiera hacerse fácilmente con el poder?

¿No se negaron a reconocer a ninguna otra oposición a Batista que no fuera la castrista?

¿No se negaron a tener en cuenta las muy fundamentadas y reiteradas denuncias de sus mismos servicios de inteligencia acerca de que Castro era comunista?

¿Cuándo finalmente el mismo Castro se declaró comunista, no inventaron el cuento, tan grato a tantos, de la revolución traicionada?

¿Recodamos aquello de Castro, bautizado como el Robin Hood cubano, en tanto aparecía retratado con su fusil de mira telescópica en el periódico presuntamente más imparcial del mundo?

Fidel Castro dined at Rockefeller’s home in 1995. Here they are shaking hands

¿Recordamos a Herbert Matthews dejándose engañar para a su vez engañar al mundo sobre la verdadera envergadura de las huestes castristas en la Sierra Maestra en su amañado y famoso reportaje para el Times?

¿Quiénes eran los dueños de Life y The New York Times?

¿No se nos ocurre pensar que pudieron ser los mismos dueños de Castro que luego, a la vuelta de unos meses, fueron los dueños de Cuba?

¿Por ventura los mismos dueños de aquella CIA que mandó a desembarcar a la Brigada 2506, de heroicos exiliados cubanos, no por Trinidad –literalmente al cantío de un gallo de las fuerzas alzadas en el Escambray con la que hubiesen conformado un frente de guerra probablemente imbatible–, como original y certeramente estuvo planeado, sino por una apartada y perdida playa a unos 200 kilómetros del Escambray y, venga Dios y lo vea, con un insondable pantano preñado de cocodrilos de por medio?

¿No dejaron a los patriotas cubanos sin el apoyo aéreo que habían prometido?

¿Errores humanos?

¿Horrores humanos?

¿No sirvió el descalabro de Bahía de Cochinos para promover el mito de la invencibilidad (una imbecilidad) de Castro frente al imperialismo Yanqui?

¿O es que de verdad nos creímos el cuento de que la primera potencia del mundo ha tenido por 62 años a su más grande enemigo aposentado en el traspatio?

¿O nos creímos el otro cuento, aún más inverosímil, de que tras la Segunda Guerra Mundial esa misma potencia entregó media Europa, así sin más, a su más grande enemigo, acción a resultas de la cual ese enemigo vino a aposentarse a poco en la isla?

¿O el otro cuento de que por casualidad, sólo por casualidad, los cargamentos de armas enviados por la CIA no caían casi nunca en manos de los hombres de Osvaldo Ramírez, jefe de las guerrillas anticastristas en El Escambray, sino en manos de las milicias castristas?

¿Por qué la usura que usurpa el poder en Washington ha favorecido desde siempre y hasta el presente a los más ineptos o inescrupulosos líderes, intelectuales o políticos, de la oposición anticastrista?

¿Eran enemigos reales?

¿O eran enemigos reales manejados por el mismo amo apoltronado en la bóveda de un banco como sustituto de la monarquía reventada allá por 1789 en Francia?

Tomado de Ego de Kaska

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