Como la mayoría no lee, ni sabe, ni escucha al que lee y sabe, o intenta saber, resulta que a cada rato debo hacer aclaraciones como esta -que no son de mi agrado-, pues ahora resulta que los medios andan promoviendo a autores de última hora que hablan de un cambio de época y, más específico, de un tiempo bisagra, cuando lo cierto es que este humilde escriba viene escribiendo en libros y ensayos como Los naipes en el espejo, desde el 2008 al menos, sobre el cambio epocal y el tiempo bisagra, que debo aclarar, en el momento que lo escribí estabámos efectivamente en el tiempo bisagra, pero ya no, ya estamos, efectivamente, en el nuevo tiempo que anunciaba, pero como copian y copian sin pensar, y claro, sin citar, ni siquiera se dan cuenta de lo que dicen…
Acá les dejó este fragmento de la primera edición de Los naipes en el espejo en 2011, como prueba de lo que digo.
«Y es que la Política en Occidente podría haber arribado a un punto disyuntivo en que o regresa, espiritualmente hablando, desde la presente Postmodernidad hacia el Renacimiento o dejaría de ser Política; y, en consecuencia, Occidente dejaría de ser Occidente; al menos Occidente tal y cual le hemos conocido por los dos últimos milenios.
Conforme el Renacimiento significó, en la medida de lo posible, una vuelta desde la Edad Media, entendida como la última gran época de la humanidad, hacia la Antigüedad Clásica, entendida como la primera gran época de la humanidad, podríamos asimismo estar ahora abocados a un espacio-tiempo bisagra en que, en la medida de lo posible, regresaríamos al Renacimiento, no ya desde una gran época sino desde la más chata, por decir lo menos, de todas las épocas padecidas por el hombre, lo que vendría a dar un sentido de urgencia a ese regreso: regresamos o desaparecemos, no como hombres, pero sí como hombre occidental; ese cuya divisa primera sería la libertad, el devenir del individuo.
Una época que, contrariamente a las interesadas bobadas al uso, ha disminuido dramáticamente el número de pobres en el mundo. Inclusive en América Latina (un espacio que parece empeñado en repetirse como una caricatura de lo peor de Europa, quiero decir, del socialismo en sus disímiles vertientes) hubo al menos 15 millones de personas que salieron de la pobreza durante el 2006, según cifras de la Comisión Económica para América Latina de la ONU, CEPAL.
Pero el problema tampoco es la época, es el Espíritu de la Época; ése que podría haber comenzado a manifestarse luego de la Reforma protestante, pero que iniciaría su escalada universal y uniforme a partir del siglo XIX, que entraría en su apogeo durante el XX, y que iría acercándose a la definición de orgasmo oceánico en lo que va de este siglo XXI. El Espíritu de la Época es, como saben los que lo han padecido o se le han opuesto, socialista y paternal, sensiblero y mecanicista, inductor e impositivo, seductor e implacable, solidario y suicida, rechaza el azar y apuesta por la planificación; prefiere la repartición de la riqueza a su creación, hablar de los derechos humanos a hablar de los derechos del individuo, la sumisión a la guerra, la moderación a la libertad, los hombres flojos y las mujeres fuertes».
A mi me ha gustado mucho lo que he leído.
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