Enrique Ruano Gutiérrez, su vínculo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el apoyo a los combatientes en las montañas del Escambray y la labor en el exilio por el rescate de la verdad y la memoria cubana.
Hijo de una familia obrera nació en Santa Clara el 16 de noviembre de 1941 hasta la década del 80 en que se exilió en Miami junto con su esposa, hijos y el padre. Cuando los rebeldes llegaron al poder en enero de 1959 su padre Zoilo Ruano le dijo «… no te metas en nada, vamos a ver qué pasa y cómo pinta esto», le advirtió.
Cumplió con el pedido de que no se involucrara en ningún llamado para apoyar a los rebeldes, ni saliera a las calles a mostrar públicamente adhesión y simpatía por ellos. Luego supo que a su padre no le gustó la forma abusiva y grosera en que se comportaron los integrantes del ejército rebelde y por eso desconfió de que pudieran tener buenas intenciones.
Sin embargo lo que más le llamó la atención fue ver que su padre a pesar de pedirle a él cautela mantenía muy buena amistad y relaciones con algunos integrantes del ejército rebelde.
Al padre se lo llevaron preso se lo llevaron preso varias veces y lo acusaban de que andaba en asuntos de conspiración. Se preguntaba por qué pasaba eso si su padre se reunía con personas que pertenecían al entre ellos Sinesio Walsh que tenía cargos militares entre los rebeldes y era uno de los mejores amigos de su papá.
En 1960 junto al padre en 1960 se incorporaron al movimiento Acción Cívica Villareña integrado por obreros y supo que dentro de las propias filas del ejército la conspiración y preparación de un alzamiento eran inminente.
Tenían que seguir la lucha y para eso eran necesarias balas y armas, comprar medicinas, y comida, y reunir, sardinas, carnes, alimentos enlatados, todo lo que sirviera para un caso de alzamiento.
Ya estaba enrolado en las acciones conspirativas cuando cayó preso un grupo de alzados en las montañas, les celebran un juicio sumario en Santa Clara y horas después fusilaron a cinco de ellos.
Tres habían sido miembros del ejército rebelde Sinesio Walsh, Plinio Prieto, Porfirio Remberto Ramírez.
Ruano observó como la ciudad se volvió un hervidero en aquellos días hubo revueltas públicas por todas partes y golpizas a los que salían a expresarse.
Porfirio Ramírez era querido en toda Sta Clara y la gente vio la falta de respeto a la moral, a la ética, no aceptaban que lo juzgaran ni que lo fueran a condenar y dieron golpes en el pueblo a todo el que estuvo en contra. Por otro lado estaba también el caso de Sinesio que tenía muchos amigos por todas partes y también lo fusilaron.
En la calle se comentaba y la gente se pasaba las noticias, mientras que las emisoras de radio guardaron silencio hasta después de fusilar a los cinco insurgentes en La Campana que solamente informaron que «fusilaron».
En 1962 pasó a formar parte activa del Ejército de Liberación Nacional (ELN) una organización que tenía muchas responsabilidades tanto en la ciudad como en las montañas del Escambray que le dio la oportunidad de conocer a Roberto Rivero y trabajar con él.
Ante los desmanes del régimen decidió seguir actuando. El ELN se encargó de llevar decenas de cubanos a alzarse por los distintos puntos de la provincia de Las Villas así como entregarles avituallamiento, medicinas comidas, ropas, dinero y armas en algunos casos.
Los amigos y la gente de confianza les daba comida. En las distintas farmacias obtenían medicinas. Otros les daban ropa, zapatos y dinero y a través de una cadena silenciosa los envíos llegaban a los alzados.
La primera jornada consistió en ponerlos en manos de campesinos y los residentes de los pueblecitos cercanos a las montañas. Cargaban armas, balas, medicinas ropas zapatos, y también llevaban informaciones. De ahí en adelante se encargaban los prácticos y conocedores de la región que finalmente las entregaban a los alzados.
En una ocasión le tocó el aseguramiento y la atención de Pío un alzado que fue herido en una tiroteo. Lo llevaron a Santa Clara, lo curaron, lo dejaron que se restableciera en casa de un amigo y luego volvió al Escambray.
Tras la muerte de Osvaldo Ramírez y la intensificación de las acciones militares contra los luchadores uno de los alzados, Roberto Rivero bajó con la misión de ser el coordinador nacional de la unificación del Escambray y crear un grupo para ser el sostén de todos el Escambray. Ruano se integró de inmediato y a su grupo le correspondió abastecer a las guerrillas de Carretero, Tartabul y Realito.
En enero del 1963 llevó adelante otra misión importante, trasladar desde Santa Clara a Sabanas del Moro, cerca de Manicaragua a un cubano que se iba a unir a esa guerrilla dirigida por Porfirio Guillén Amador.
La misión de Ruano fue coordinar con ellos para que en los días siguientes recibieran a un hombre de Santa Clara llamado Alfredo Luque que se quería alzar. Luque dijo que conocía al Niño Dévorah integrante de esa guerrilla y quiso ir para allí. Alegó que no le gustaba andar clandestino llevando mensajes y gente a alzarse y que como tenía experiencia militar su labor era más útil en las montañas,.
Le hicieron saber que en las montañas no se recibía a nadie que no estuviera ‘quemado’ en la ciudad, le explicaron que para alzarse había que esperar que lo aceptaran en la tropa y además tener un arma. Luque insistió. Le consiguieron un arma en la ciudad al tiempo que Ruano y Roberto Rivero fueron hasta Sabanas del Moro para plantear la situación a Porfirio. El 2 de enero se entrevistaron con Juan Dévorah (El Niño), Porfirio, Israel Pacheco (sobrino del Congo Pacheco) y los demás para coordinar el alzamiento de Luque.
Ese día del encuentro y la coordinación se percataron de que en una área conocida por La Paloma había muchos milicianos cerca pero siguieron campo adentro hasta un cañaveral donde estaban los alzados. Le plantearon el caso de Luque y aceptaron recibirlo.
Luego otros colaboradores se encargaron de trasladarlo a la zona donde dos días después las tropas del caballo de Mayaguara que acechaban por allí los atacaron. Eran miles de milicianos en una zona donde solo había un pequeño grupo de insurgentes. Los testimonios del propio Caballo de Mayaguara plantean que más que un combate fue una masacre lo que hicieron con ellos el amanecer el del 4 de enero.
Acerca de ese terrible incidente Ruano dijo que se enteró en Santa Clara de lo que había sucedido. Una vecina comentaba en la calle lo de los muertos y dijo que habían matado muchos hombres y que todo estaba lleno de milicianos. Tuvo la idea de ir hacia Manicaragua a enterarse de los detalles pero un conocido le advirtió «vete de aquí, todos los que tú ves disimulados por ahí leyendo periódicos son policías, camina disimulado y aléjate.
Más tarde contactó a Roberto Rivero quien le dijo «Enrique allí no quedó nadie».
Un tiempo después se supo que el único que pudo escapar Israel Pacheco quien contó que primero hirieron a Porfirio, después al Niño, los demás los fueron a rescatar y volvieron a herir al Niño, trataron de retirarse y no pudieron, no había donde esconderse, no había defensa, el negro Bernabé que tenía una ametralladora 30 se le encasquilló y no pudo tirar con ella.
Israel se escondió en La Lima, de ahí personas de los grupos de apoyo lo sacaron y llevaron hasta la Habana. Estuvo un tiempo escondido en la Habana pero hubo una delación, lo apresaron y lo fusilaron.
De los años de lucha en Santa Clara recuerda a un sujeto nombrado Félix Torres pero no por sus buenas acciones, su valentía o su honestidad, sino por lo despreciable y sanguinario que era.
Como Enrique estaba involucrado con todo el asunto de llevar gente a alzarse al Escambray y de mandarles o hacerles llegar por vías seguras avituallamiento, pudo enterarse de manera directa de muchas barbaridades y atrocidades hechas por Félix Torres en todo el Escambray.
«Félix Torres era bastante adulto y se pasaba el tiempo detrás de las adolescentes, un sádico y un sucio que tenía amantes por dondequiera y que se creía el dueño del mundo. Un tipo asqueroso y repulsivo.
Ruano recuerda que un amigo de Manicaragua tenía un auto Buick 56 muy lindo, calificado por todos como una joya que cuidaba con esmero, no dejaba que nadie le tirara una puerta, ni se lo maltratara.
De ese auto se ‘enamoró’ Félix Torres y cuando él se antojaba de algo hacía lo que estuviera a su alcance para obtenerlo, primero trataba de comprar mediante marañas que parecían legales pero si no se lo vendían los dueños lo perdían porque el sujeto abusaba constantemente de su autoridad.
Según Ruano le advirtió al amigo que vendiera el carro pues de todas formas se lo iba a quitar y este lo hizo para alejarse de las amenazas del represor.
El 21 mayo de 1963 apresaron a Enrique Ruano en Santa Clara. Tras investigar y analizar lo ocurrido Ruano y sus amigos se percataron de que entre ellos convivía un traidor -Domingo Díaz- quien desde hacía tiempo estaba trabajando para el G-2.
Ruano fue detenido y junto a su padre y ambos enjuiciados en la en la causa 152 en la Audiencia de Santa Clara también conocido por Palacio de Justicia.
Los mantuvieron unos días en un lugar conocido G-2 en la carretera a Camajuaní pero como la cantidad de presos crecía los sacaron de allí para la cárcel de Santa Clara hasta que les celebraron el juicio. La petición fiscal fue de treinta años a ambos. Finalmente al padre lo sancionaron a veinte años privación de libertad y 12 a Enrique.
Luego del juicio los trasladaron junto a un nutrido grupo de presos hacia Cienfuegos y de ahí en un avión para la cárcel Modelo en Isla de Pinos donde conoció a miles de cubanos que como él escribieron capítulos de valor y firmeza.
Años después cuando el gobierno decidió cerrar el Presidio Modelo comenzaron a sacar por grupos a los presos. Tanto Enrique como su padre fueron trasladados hacia un campamento en Sandino al Oeste de Pinar del Río.
La familia que pasó vicisitudes de todo tipo para ir a verlos a la isla tuvo entonces que enfrentar algo peor puesto que resultó peor viajar desde Santa Clara hasta el extremo más occidental de la isla.
Años después los llevaron para la cárcel de Ariza y Cienfuegos y luego para Alambradas en Manacas de donde salió el l7 septiembre del 1970 y pudo regresar a Santa Clara junto a la familia.
Los presos políticos en Cuba siempre han sido vigilados por eso a pesar de tener una carta de libertad en sus manos el control sobre el no cesó en los años que residió en su ciudad natal.
Las autoridades le exigían que debía estar trabajando. De no hacerlo corría riegos, entre ellos, el de volver a prisión por «peligrosidad pre delictiva» o algún otro argumento que arbitrariamente podían usar contra los expresos políticos.
Bajo esa premisa comenzó a trabajar en algunos lugares que no tenían nada que ver con su formación como ebanista pero finalmente un amigo logró que trabajara en su perfil y así lo hizo hasta que en 1980 viajó por el Mariel a los Estados Unidos.
Desde esa fecha ha vivido en Miami donde dedica cada minuto de su vida a la causa de la libertad y la democracia en Cuba.
Es miembro fundador del Instituto de la Memoria Histórica Cubana Contra el Totalitarismo desde hace veinte años y del Consejo de Directores de la Casa del Preso.
Su labor por el rescate de la memoria histórica cubana es constante. Sin la ayuda y colaboración de Enrique Ruano no hubieran sido posibles la creación de documentales y libros sobre la lucha en el Escambray y los relatos de la trayectoria heroica y digna de cientos de presos políticos en el Presidio Modelo.