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Cuba: Exterminio silencioso

En un país donde la salud se presume como bandera, sigue habiendo madres que entierran a sus hijos no por enfermedades incurables, sino por indiferencia, por burocracia, por deshumanización.

@DoctorPatria-AYUDA URGENTE DESDE PINAR DEL RÍO, CUBA ¡POR FAVOR COMPARTAN! Sí se trata de política. Porque cuando un niño de solo 3 años, como LIAM, sufre una enfermedad devastadora como la Epidermólisis Bullosa Congénita, y el Estado cubano no le garantiza ni una pomada para aliviarle el dolor, eso no es casualidad. Eso es abandono. Eso es negligencia. Eso es dictadura. Liam necesita una pomada llamada Terrasil 3X, que ha demostrado ser efectiva en apenas días. Pero en Cuba no existe, no se importa, no se prioriza. Porque el régimen que se llena la boca hablando de salud gratuita, construye hoteles de lujo mientras un niño se desangra por la piel. ¿Cómo ayudar? Si estás en el exterior y puedes enviar Terrasil 3X o apósitos especiales, contacta directamente a su madre al +53 56682689. Si no puedes ayudar con insumos, comparte este post, dale like, comenta. Que esto se sepa. Que tiemble la censura. Que el mundo vea lo que hay detrás del “bloqueo interno”. Liam no puede esperar. Su piel grita lo que muchos callan: en Cuba, el dolor de un niño es ignorado por un sistema podrido hasta los huesos. Aquí no falta amor: falta vergüenza en el poder.

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LA HISTORIA QUE NADIE QUIERE ESCUCHAR: Hoy compartimos el testimonio de una madre destrozada que exige respuestas, exige justicia y se niega a callar.

El 6 de diciembre de 2024, esta madre ingresó a su hija de 20 años en el Hospital Hermanos Ameijeiras, con una hemoglobina peligrosamente baja y una pérdida de peso alarmante. Se le hicieron estudios, se le transfundió sangre y se le indicó tratamiento. Sin diagnóstico definitivo, el 24 de diciembre le dieron el alta “temporal” para esperar los resultados de las biopsias. Regresó a casa, a Rancho Veloz, Villa Clara.

El 14 de enero de 2025, los resultados de la biopsia fueron negativos. Ella, madre preocupada, notando a su hija cada vez más deteriorada, rogó al médico Jordy Alonso Soto que reingresara a la paciente. Él, sin evaluar más allá de su escritorio, simplemente modificó el tratamiento y la mandó de vuelta a casa, alegando que “no podía hacer nada” y programando la próxima consulta para el 11 de marzo, ¡dos meses después! «Doctor, mi hija se me muere», le dijo entre lágrimas. «Eso no es celiaquía, por favor revísela de nuevo.» Y él, fríamente, se lavó las manos.

Pasaron las semanas. La muchacha comenzó a decaer más rápido: ojos amarillos, sin apetito, deshidratada. La madre la llevó al policlínico de su localidad, donde apenas pudieron estabilizarla. Con urgencia, la llevó nuevamente a La Habana, al Hospital Ameijeiras, donde le negaron el acceso por no haber sido remitida por el médico, quien nunca le dio su número de teléfono, ni indicaciones de emergencia. Al día siguiente, acudieron de nuevo. En la sala de gastroenterología, el médico de guardia no quiso atenderla ni ingresar a la paciente y la respuesta fue brutal: «Mamá, no me pongas esas precisas, si está mal llévatela para el Calixto.» ¡Sí, así mismo! Una joven con hemoglobina en 4 y signos clínicos de gravedad es enviada por la madre, como si fuese un trámite de oficina. En el Hospital Calixto García la reciben con lo poco que tienen, pero con algo que en el Ameijeiras ya parece haber desaparecido: humanidad. Inician estabilización, pero recomiendan retransferirla al Ameijeiras por mejores condiciones… donde una vez más el Dr. Jordy Alonso Soto se niega, diciendo que “no tiene camas” y que regresen el lunes. No hizo falta que llegara ese lunes. La muchacha falleció el 7 de marzo de 2025.

¿DE QUÉ MURIÓ MI HIJA? Si todas las pruebas dieron negativas. Si no había diagnóstico. Si usted, doctor, no actuó con urgencia ni criterio clínico. ¿De qué murió? ¿De qué murieron tantas cubanas que ustedes abandonan con el sello de “alta médica”? Murió de abandono. Murió de desidia. Murió de un sistema que está podrido hasta la médula.

ESTO NO ES UN CASO AISLADO. Es el reflejo de una medicina donde la burocracia y el desinterés han reemplazado la vocación. Es lo que ocurre cuando los médicos se convierten en funcionarios. Es lo que sucede cuando el paciente es solo un número, y la madre que suplica es solo una molestia en la agenda del consultorio. Hoy esta madre denuncia. Y con ella, denunciamos todos.

¡BASTA DE IMPUNIDAD! BASTA DE MÉDICOS QUE NO ESCUCHAN! BASTA DE UN SISTEMA QUE NO RESPONDE NI SIENTE! Queremos justicia. Queremos nombres. Queremos responsabilidad. Porque una joven de 20 años no debió morir esperando que alguien hiciera su trabajo. «Donde hay amor por la medicina, también tiene que haber amor por la humanidad.» Y usted, doctor… le falló a los dos.

Alexander Figueredo Doctor Patria 👇👇👇

¿Y el derecho a la salud? Llevo a mi hijo al hospital de Mayabeque con fiebre y vómitos… y no hay nada. Ni medicamentos, ni insumos, ni una respuesta. ¿Hasta cuándo vamos a seguir normalizando esta negligencia? ¿Qué tiene que pasar para que alguien se responsabilice? Cuba se gasta millones en propaganda y hoteles para turistas, pero no tiene una pastilla para un niño enfermo. ¿Dónde están los recursos que dicen tener? ¿Dónde está el “sistema de salud potencia”? Esto no es bloqueo, esto es abandono. Esto es el precio que pagan nuestros hijos por vivir bajo una dictadura que prefiere la mentira antes que salvar vidas. Compartan. Que el mundo sepa. Que nadie calle.

3-«La mortalidad infantil en Cuba: cuando las estadísticas valen más que la vida» Pocos conocen esta historia, pero es hora de que se sepa. Aproximadamente en 2010, en el Hospital Provincial Ernesto Guevara de Las Tunas, ocurrió algo escalofriante. El jefe del servicio de Ginecología, un doctor llamado Arturo, fue señalado por un residente por una práctica tan atroz como inimaginable: terminar la vida de recién nacidos prematuros de seis meses para mantener baja la tasa de mortalidad infantil del hospital. El procedimiento era cruel y meticulosamente orquestado: se inducía el parto, se le decía a la madre que el bebé había nacido sin vida, y en la sala contigua una enfermera aplicaba el método para asegurar que el niño no sobreviviera. Así, uno tras otro. Hasta que alguien habló. La prueba clave fue contundente: los pulmones del bebé analizado contenían aire, es decir, había respirado, estaba vivo al nacer. En el juicio, el doctor confesó: “Lo hice por la presión de mantener baja la mortalidad infantil.” El escándalo fue tal que Las Tunas pasó de ser la provincia con mejor tasa de mortalidad infantil a la peor del país en solo un año. Y no por un descenso en la calidad médica, sino porque dejaron de matar niños para maquillar estadísticas. No se recuerda con exactitud cuántos años le dieron a ese equipo médico, pero sí queda claro el precio que ha tenido la obsesión del régimen con mostrar «logros» sanitarios mientras esconde crímenes en los quirófanos. ¿Cuántas otras historias como esta permanecen ocultas bajo el sello de «éxito revolucionario»? ¿Cuántas madres viven hoy creyendo que su hijo nació muerto, cuando en realidad fue víctima de un sistema enfermo? Esto es lo que significa vivir bajo un modelo donde el número vale más que la vida. Ministerio de Salud Pública de Cuba.

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