«Venir a la vida»

Al venir al mundo, el POETA primero tropieza con la «llegada al lenguaje»: las convenciones establecidas, narrativas, sueños, señales de tráfico, órdenes, reglas, etcétera, elementos que constituyen la formación de un «parque temático» o una «incubadora cultural».

Dentro de esta incubadora cultural, emerge el imperativo de «llegar a la vida», lo cual desencadena un desajuste. De ahí surge la religiosidad, el mito, el misticismo, el ocultismo, el esoterismo, el estoicismo, etcétera, así como el anhelo de «despertar la conciencia» como un atributo de superación.

Sin embargo, «venir a la vida» implica algo más allá de la conciencia: la «vida», a través del POETA, busca incrementar su poder.

El POETA llega con el propósito de añadir más vida a la existente. Para lograr este crecimiento, no se requiere de la «conciencia», sino de la «voluntad». No es necesaria la instrucción, sino el entrenamiento. No hace falta explicación, sino disciplina. No se precisa adoctrinamiento, sino el arte del atleta cultural de alto rendimiento.

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