
En #TiempoDeContar el hombre que logró sacar fotos de las áreas dinamitadas en el Presidio Modelo de Isla de Pinos que sirvieron para denunciar ante el mundo la práctica criminal de la dictadura que los usó como escudos humanos.
Ricardo Vázquez Pérez residía en Santa Clara cuando se integró en 1960 con sólo 16 años al grupo de Acción y Sabotaje del Movimiento 30 de Noviembre que organizaba de forma clandestina diferentes actividades encaminadas a desestabilizar el régimen y hacer valer la idea de que en Cuba había resistencia y la gente rechazaba lo que estaba ocurriendo.
La trayectoria de Vázquez está muy ligada a sus entrañables amigos Israel Abreu y Diego Francisco Talavera (Paco). Estudiaban en la Escuela de Comercio de Santa Clara cuando se incorporaron a los movimientos de resistencia que se crearon meses después de que Fidel Castro llegara al poder y expresara su adhesión a las ideas comunista.
En 1960 Paco Talavera se unió al Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR) mientras que Vázquez y Abreu lo hicieron al Movimiento Revolucionario 30 de Noviembre Frank País. Más tarde los tres fueron apresados en diferentes circunstancias y sentenciados a largas e injustas condenas. En el Presidio Modelo, Isla de Pinos, se encontraron de nuevo cuando los agruparon en el Bloque 19.
Vázquez inició sus acciones en el Movimiento Revolucionario 30 de Noviembre Frank País en la antigua provincia de Las Villas pero sintió la persecución sobre su persona y se trasladó a La Habana para llevar adelante las encomiendas de forma clandestina. Junto a otros integrantes del movimiento se encargaron de operar en puntos claves de instalaciones que confiscó el gobierno. Tan solo en una noche realizó encomiendas junto a Carlos Manuel Delgado, Ismael Hernández, Israel Abreu y una de las mujeres del Movimiento cuando sabotearon propiedades estatales.
La primera consistió en tirar fósforo vivo en los vagones de un tren y luego se desplazaron hacia una maderera que también quemaron aunque enfrentaron algunos contratiempos.
Vázquez conducía el auto pero como no tenía licencia de conducción, ni conocía la capital sin darse cuenta se introdujo en un área militar muy vigilada. Inmediatamente salieron los vigilantes a interceptarlos pero pudieron salir sin problemas porque Carlos Manuel Rojas que había tenido grados en el Ejército Rebelde y conservaba un carnet lo acreditó ante los guardias como uno de su grupo. En el auto llevaban armas y explosivos para una tercera operación pero lograron engañar a los custodios y con eso evitar un registro. Tras cancelar la tercera operación decidieron regresar a la casa donde se estaban quedando y horas después, un 24 de febrero, salieron del lugar Vázquez y otro compatriota, Anastasio Rojas.
Eran días de mucha acción pero también de vigilancia cerrada por eso en cualquier calle efectuaban registros.
A los dos jóvenes ese 24 de febrero de 1961 los apresaron porque el carro donde iban fue abordado para un registro y detectaron que llevaban armas de fuego y dinamita, el material que usaban para preparar petardos y denotarlos en los lugares que determinara el movimiento.
Al momento del arresto Vázquez insistió ante las autoridades que el responsable de la dinamita era él. Creyó que responsabilizándose con todo evitaría cualquier condena a su compañero pero no le aceptaron ninguna explicación.
Vázquez que con esa acción podía eliminar las sospechas sobre el compañero que estaba casado y tenía hijos pequeños pero no lo logró. Anastasio Rojas fue fusilado y a él lo sentenciaron a 30 años de cárcel.
Del tribunal a la cárcel.
Aunque el Movimiento 30 de Noviembre se había articulado en todo el país por obvias razones no todos se conocían a menos que vivieran en el mismo pueblo, fueran vecinos o hubieran coincidido en algún momento en la preparación de las acciones contra la tiranía.
Como muchos de sus compatriotas fue tras las rejas cuando apenas dejaba la adolescencia. En su condena precisan que conspiró contra el gobierno de Fidel Castro
Con apenas 17 años entró a la cárcel de La Cabaña y más tarde el Presidio Modelo de Isla de Pinos donde se encontró con sus amigos y conocidos, todos apresados en diferentes regiones del país cuando participaban en la lucha contra la naciente dictadura. Entre ellos integrantes de otros movimientos y organizaciones así como a los insurgentes que se alzaron en armas en el Escambray.
El hombre que logró sacar fotos de las áreas dinamitadas en el Presidio Modelo

En 1962 Vázquez y otros presos ya en el Presidio Modelo observaron con horror cómo los trabajadores de la prisión perforaban agujeros debajo de la planta baja de los cuatro centros penitenciarios circulares y los llenaban con dinamita.
Para Vázquez se abrió una nueva misión la de desafiar la vigilancia y tomar fotos de las cargas de dinamita que el gobierno había colocado en la planta baja de cada uno de los edificios para según ellos «evitar que organizaran una revuelta en la prisión y se unieran a una agresión imperialista en caso de que tal intento tuviera lugar.
Su hermana Guillermina Vázquez recibió un mensaje de que necesitaban allí adentro una cámara fotográfica. Conocía que las mujeres eran sometidas a registros y cacheos excesivos por eso ayudada por los miembros del 30 de noviembre que aún estaban en la calles consiguieron una minúscula cámara espía fabricada por la compañía alemana Minox que introdujo en un tampón.
La segunda parte del plan
Según cuenta Vázquez él vivía en una celda en el primer piso que tenía una abertura por donde pasaban los conductos de agua pero era muy estrecha, sin embargo con ayuda de otros prisioneros rompieron el piso para pasar a tomar fotos.
Sacar la cámara fotográfica del presidio fue menos complicado puesto que al salir no hacían cacheos y requisas a la familia y entonces otra hermana se encargó de la segunda gestión. Los que apoyaban afuera movieron contactos con la hermana y sacaron del país las fotos que se publicaron en 1964 en el Diario Las Américas.
Vázquez no era un fotógrafo experimentado y las imágenes no tenían gran calidad, razón por la que apenas se distinguían los paquetes de dinamita y los agujeros en las paredes. No obstante sirvieron para corroborar la denuncia que antes hizo un prisionero que escapó del lugar y logró llegar a Miami.
El hombre cuya identidad fue protegida por el periódico local dijo: “Hemos visto el trabajo [la cárcel]. Está completamente lleno de dinamita. La dinamita se puede disparar desde una colina lejana, por dos medios: con una batería eléctrica o con un material que explota en secciones hasta llegar a la dinamita».
Todos saben lo importante que es aportar pruebas de denuncias por eso Vázquez y su hermana se sienten satisfechos porque de no haberlo hecho nunca se habría conocido la acción criminal del régimen que no vaciló en usarlos como escudos humanos.
Bloque 19 un sistema de torturas y vejaciones
En el presidio estuvo en el Bloque 19, integrado principalmente por estudiantes, y fue condenado a trabajos forzados. Junto a otros compañeros se negó a cumplir las órdenes de las autoridades carcelarias y se resistió a realizar trabajos forzados, un acto por el que fue severamente castigado.
En un libro titulado Crónicas del Bloque 19 Israel Abreu relató uno de los momentos en que Ricardo y él fueron sometidos a tratos crueles.
Ocurrió en la mañana del 2 de noviembre de 1965, mientras esperaban en fila para empezar a arrancar la hierba con picos y palas, vieron cómo el Cabo Campeón se le abalanzaba encima a uno de los estudiantes más jóvenes, más débiles, con un palo en la mano, y lo golpeaba salvajemente. «Ya para entonces, no importaba que trabajara. Lo que ellos querían era someternos por la fuerza al plan de reeducación…» escribió Abreu.
… Yo no pude aguantar más tanto abuso y me acordé de aquel pensamiento de nuestro apóstol José Martí, que decía que «valía más morir de pie que vivir de rodillas». Me salí de la fila, clavé el pico en la tierra y le dije al Teniente Girón que yo no trabajaba más. Girón asombrado desenfundó su bayoneta para golpearme, pero en esos momentos vio que otro estudiante, Ricardo Vázquez Pérez, hacía lo mismo que yo, por lo que cambió su airado rostro por una expresión cínica y nos dijo que nos sentáramos a descansar para que luego siguiéramos trabajando. Se llevó al Bloque lejos, y al poco rato vino y se sentó junto a nosotros, tratando de convencernos para que volviéramos a trabajar. Le dijimos que como que ellos nos golpeaban aunque trabajáramos, preferíamos que nos golpearan sin trabajar. Al ver que no nos pudo convencer, envió al Cabo Campeón a la Dirección del Penal para que le orientaran sobre lo que debía hacer con nosotros. Las instrucciones no se hicieron esperar.
Al cabo de una hora, llegaron al potrero varios «jeeps» cargados de guardias, que se parquearon a unos 100 metros de donde nos encontrábamos. El Teniente Girón le quitó el afilado estilete a uno de los fusiles Lenin y lo tomó en la mano izquierda, mientras que en la derecha empuñaba su larga bayoneta. Campeón, mientras tanto, cortó un palo de una mata de guayaba y se aproximó amenazante a Ricardo.
A ambos nos dijeron que corriéramos hacia los jeeps pero al ver que seguíamos caminando empezaron a golpearnos sin compasión. Girón hundía el estilete en mis muslos una y otra vez al mismo tiempo que me golpeaba en la espalda con el plan de la bayoneta que esgrimía en la mano derecha. Yo sentía la punta del estilete cortando mis carnes, y los planazos cayendo sobre mi espalda pero no podíamos correr porque lo que ellos querían era que corriéramos para mostrar ante nuestros compañeros que teníamos miedo. Aún bajo la tremenda golpiza que me estaban propinando tenía ánimo para mirar hacia donde estaba Ricardo a quien golpeaban tan salvajemente como a mí, con aquel largo y flexible guayabo que se curvaba en sus espaldas, levantándole tremendos verdugones.
Al llegar al hospital, nos bajaron y nos hicieron caminar hacia la entrada sin importarles lo débiles que estábamos. Pero para asombro de todos yo me negué a dejarme curar alegando que ellos lo que querían era curarme para sacarme de nuevo a trabajar. Según me dijeron posteriormente, yo tenía más de 80 piquetes en las nalgas y los muslos. Las heridas que necesitaron puntos fueron más de 10. Después de la operación, me ingresaron en una de las salas del hospital donde me encontré con Ricardo. Este tenía la espalda inflamada por tantos golpes recibidos.
Al cierre del presidio en Isla de Pinos fue trasladado para cárceles de la antigua provincia de Las Villas. Estuvo en Las Alambradas de Manacas. Con él fueron trasladados sus inseparables Israel Abreu, y Francisco (Paco) Talavera.
En 1979 fue liberado. Su familia había emigrado a los Estados Unidos y enseguida realizaron los trámites pertinentes para la reclamación.

En tierras de libertad conoció a Marily con la que se casó y creó una familia que junto a él cree en el valor de la amistad, la justicia y la verdad.
Todos siguen ayudando con sus colaboraciones a los más necesitados en la isla.
Poco a poco y por diferentes vías los demás compatriotas fueron llegando a los Estados Unidos y retomaron los vínculos de hermandad y de compromiso con las causas que abrazaron desde jóvenes en Cuba.
La continuidad de la lucha del Movimiento 30 de Noviembre Frank País cuenta con él y su familia. Cada mes en la casa de Ricardo y Marily se reúnen para acordar la forma de ayudar a los cubanos y apoyar a los disidentes que llevan adelante sus acciones cívicas no violentas para la búsqueda de la democracia.

El 29 de septiembre su casa estuvo abierta para recordar a las víctimas de una fecha funesta en que la dictadura quito la vida a decenas de personas y que la historia recoge como el «Levantamiento del 30 de Agosto de 1962».
Sobre el Presidio Modelo y el Plan Especial Camilo Cienfuegos Enrique Ruano escribió:
En 1959 y 1960 el régimen impuso un plan de trabajo que no revistió las características del denominado Plan Especial Camilo Cienfuegos que fue instaurado el 11 de junio de 1964, en los edificios 5 y 6.
El Plan de Trabajo Forzado Camilo Cienfuegos fue precedido por el Plan Morejón, una especie de experimento para obligar a trabajar a los presos políticos, implementado en noviembre de 1963. En 1960, también se trató de imponer un plan de trabajo obligatorio.
El Plan Especial Camilo Cienfuegos se caracterizó por la brutalidad de los sicarios que dirigían los bloques de trabajo. Los presos políticos eran brutalmente castigados, golpeados, acuchillados y muchos fueron asesinados por los custodios.
Las horas de trabajo fluctuaban entre las 12 y las 14. El sol era despiadado y el calor sofocante. Muchas veces los presos tenían que trabajar descalzos y en ropa interior. La lluvia era un azote regular y la alimentación pésima. Particularmente duro fue el trabajo en la cantera de mármol próxima a presidio.
Los reclusos eran hacinados en camiones que les trasladaban a los campos de trabajo. Los vehículos no reunían condiciones para el transporte de personal y eran conducidos por choferes inexpertos a altas velocidades. Durante el Plan de Trabajo hubo numerosos accidentes con consecuencias fatales.
Los presos que rechazaban trabajar o continuar trabajando eran severamente golpeados. Reducida su alimentación y el acceso al agua. Las golpizas a estos “Plantados” eran diarias y podían durar varias semanas.
Un recurso habitual de los sicarios de los Castro era conducir a los presos hasta una laguna de desecación donde terminaban todos los desechos del presidio. La laguna era conocida como “La Mojonera” y los presos que eran obligados a entrar en la misma como consecuencia de las heridas y golpes que les propinaban los esbirros se veían obligados a compartir espacio con residuos fecales, restos de comida putrefactas y todo desecho que uno sea capaz de imaginar. El olor era horrible. Las consecuencias a la salud de una estadía en la “Mojonera” eran devastadoras.
Para leer la historia completa de la creación del lugar el siguiente enlace
Un comentario en “Tiempo de Contar: Ricardo Vázquez (William)”